La palabra ética
proviene del latín ethĭcus,
y este del griego antiguo ἠθικός
o, transcrito a nuestro alfabeto, êthicós.
Según algunos autores, es correcto diferenciar êthos, que significa
‘carácter’, de ethos, que
significa ‘costumbre’, pues “ética” se sigue de aquel sentido y no es éste
Según una corriente
«clásica», la ética tiene como objeto los actos que el ser humano realiza de
modo consciente y libre (es decir, aquellos actos sobre los que ejerce de algún
modo un control racional). No se limita sólo a ver cómo se realizan esos actos,
sino que busca emitir un juicio sobre estos, que permite determinar si un acto
ha sido éticamente bueno o éticamente malo.
Fernando Savater,
en el primer capítulo de su libro Ética para Amador («De
qué va la ética»), define la ética como «el arte de vivir, el saber vivir, por
lo tanto el arte de discernir lo que nos conviene (lo bueno) y lo que no nos
conviene (lo malo)».
Historia de la ética
Antigua Grecia
Desde el inicio de
la reflexión filosófica ha estado presente la consideración sobre la
ética. Platón afronta la
temática ética en diversos lugares y desde contextos diferentes. Así, por
ejemplo, en el Gorgias busca superar
el hedonismo y la ley del más fuerte. En el Fedón evidencia la
importancia de lo que exista tras la muerte para regular el propio
comportamiento. En La República aborda
juntamente la ética individual (desde la perspectiva de una justicia dentro del
alma) y la ética pública, con una compleja teoría del Estado, que encuentra
complementos y puntos de vista diferentes en otras dos obras, el Político y las Leyes.
La Ética nicomáquea, seguramente el
más importante tratado de ética de Aristóteles, se basa en la
premisa de que todo ser humano busca la felicidad (ética
eudemónica). Para Aristóteles todos los seres naturales tienden a cumplir la
función que les es propia y están orientados a realizar completamente sus
potencialidades. El bien, que es lo mismo que la perfección de un ser o la realización
de las capacidades es cumplir su función propia, aquello a que solo él puede
realizar. También los seres humanos están orientados a la realización plena de
la función que les es propia. El problema que se suscita, entonces, es cuál es
la función propia del hombre. Y si acaso hay más de un bien propio del hombre,
¿cuál es el bien más alto y más perfecto de los que puede alcanzar el ser
humano?
Como en otras de
sus obras, Aristóteles releva las opiniones de sus contemporáneos al respecto y
comprueba que todas parecen estar de acuerdo en que el objetivo supremo del
hombre es vivir bien y ser feliz, aunque hay muchos desacuerdos respecto de en
qué consiste la felicidad y el buen vivir. Para Aristóteles la vida feliz
(plena) es la que permite realizar la actividad superior (contemplación), con
una suficiente autonomía (bienes materiales, salud), y en compañía de un número
suficiente de amigos (cf. Ética nicomáquea I).
Sólo son morales
las acciones en las que se puede elegir y decidir qué hacer. En cambio, no son
morales ni inmorales las acciones padecidas, compulsivas o forzosas. Lo que es
moral es la acción que depende de la voluntad, si se actúa de modo correcto.
¿Cuándo se actúa correctamente? La forma correcta de actuar depende del ámbito
de acción (dianoético o intelectual, ético o moral) y en parte está pautada por
las costumbres de la comunidad a la que se pertenece (si la comunidad es
éticamente sana, algo que supone Aristóteles para el mundo griego quizá de modo
acrítico) y se aprende con la educación. Cuando se actúa de acuerdo con estas
pautas, se vive bien y se es virtuoso.
Por otra parte, los
filósofos estoicos y epicúreos propusieron
teorías morales basadas en principios opuestos: la virtud y la vida
con moderación (estoicismo),
y la búsqueda deL placer (epicureísmo).
Edad Media
Es un momento en el
que la ética asume elementos de las doctrinas clásicas de la felicidad (el fin
del actuar humano consiste en obtener el bien que nos hace felices) y los une a
la doctrina cristiana (vista como Revelación divina), especialmente según la
normativa que recogen los mandamientos. El fin último del actuar humano es la
caridad, que se consigue al vivir desde el Evangelio, y que permite al hombre
acceder a la visión de Dios (en el cielo), donde el ser humano alcanza su
máxima plenitud y el bien supremo.
Diversos autores
hablan de ética y según perspectivas diferentes. Es oportuno recordar dos
grandes nombres, san Agustín de Hipona y santo Tomás de Aquino (especialmente
en la segunda parte de la Suma de teología, en la que se recogen
numerosos elementos de la ética de Aristóteles).
Posteriormente, y
tras las huellas de las ideas de Tomás de Aquino, se desarrolla en el ámbito
católico lo que luego será conocido como principio
de doble efecto.
Edad Moderna
Los filósofos
éticos modernos trabajan con la mirada puesta, sobre todo, en el mundo antiguo
(estoicos, epicúreos, Platón, Aristóteles), si bien con algunos elementos
heredados de la Escolástica medieval. Descartes tiene algunos
elementos de ética en su famoso Discurso del método. Dentro del
racionalismo, es Baruch Spinoza quien elaboró
de modo más amplio y sistemático una propuesta ética. En el ámbito del
empirismo, David Hume trabajó en
diversos momentos para comprender los motivos profundos de las acciones
humanas.
La gran revolución
ética moderna se realiza a través de Immanuel Kant, que rechaza una
fundamentación de la ética en otra cosa que no sea imperativo moral mismo
(deontologismo formal), pues si la moral se orienta a buscar la felicidad no
podría dar ninguna norma categórica ni universal. Los filósofos idealistas
desarrollaron esta moral delimperativo categórico. Hacen frente así al utilitarismo, al afirmar que el
principio de utilidad no es el único criterio de corrección de las acciones.
Edad Contemporánea
La ética del siglo
XX ha conocido aportes importantísimos por parte de numerosos autores:
los vitalistas y existencialistas desarrollan el sentido de la
opción y de la responsabilidad, Max Scheler elabora una
fenomenología de los valores. Autores como Alain Badiou han intentado
demostrar que esta principal tendencia (en las opiniones y en las
instituciones), la cuestión de “la ética” en el siglo XX, es en realidad un
“verdadero nihilismo” y “una amenazante
denegación de todo pensamiento”.
Recientemente, y
desarrollando un análisis en profundidad de los orígenes y fundamentos de la
ética, han aparecido diversos estudios sobre el papel de las emociones en el
desarrollo de un pensamiento ético antifundacionalista, como ha indicado Richard Rorty. En las últimas dos décadas, el
filósofo escocés MacIntyre establece nuevas herramientas
de análisis histórico-filosófico de distintas versiones rivales de la étic
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